sábado, 19 de diciembre de 2009

Cumbre de Copenhague: ¿Por qué era importante esta reunión?

En la cumbre del clima celebrada en Bali (Indonesia) en 2007 se reconoció el hecho de que 2009 era prácticamente la última oportunidad de llegar a un nuevo acuerdo que entrase en vigor tras la finalización del Protocolo de Kyoto en 2012. Los cambios en el mundo desde la negociación del Protocolo de Kyoto en 1997 habían demostrado que era necesario otro acuerdo. China ha sustituido a Estados Unidos como el emisor más importante de GEI y el precio del petróleo se ha disparado. Esta situación ilustra que los combustibles de origen fósil no tan sólo son una fuente de contaminación, sino que también constituyen una fuente de energía cuyas reservas se reducen constantemente.

El objetivo de la Convención Marco de Cambio Climático de Naciones Unidas es mantener la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que evite las peligrosas interferencias antropógenas con el sistema climático. Esto ha de suceder suficientemente rápido para que los ecosistemas puedan adaptarse, para que la producción de alimentos no se vea amenazada y para que el crecimiento económico mundial se mantenga a un nivel sostenible. Por ello, los países que han ratificado la CMCC se comprometieron a controlar sus emisiones de GEI y a preparar inventarios sobre las mismas. De igual manera, deben responsabilizarse de sus acciones para limitar emisiones y también deberán participar en el intercambio de conocimiento, en estrategias para tratar las emisiones de GEI y para prepararse para los efectos de un cambio climático.

Estas naciones han aceptado el principio de que “todos somos responsables de intentar detener el cambio climático”, pero que la asignación de obligaciones se realizará de forma diferenciada. Los países industrializados han emitido a la atmósfera la mayor parte de los GEI de origen antropógeno durante siglo y medio de industrialización. Por eso, los países industrializados deben hacerse cargo de la mayor parte de obligaciones, sometiéndose a requisitos más estrictos de reducción de las emisiones de GEI y aceptando la responsabilidad de ayudar a los países en desarrollo con recursos financieros y tecnológicos. Esto se denomina el principio de “responsabilidad común pero diferenciada”.

Aunque no se cumplió con el objetivo de llegar a un nuevo convenio que relevase al de Kyoto, no todo está perdido. Barack Obama tiene razón cuando califica al acuerdo de Copenhague como un “acuerdo sin precedentes”. Las cosas hubiesen podido salir mucho peor debido al rechazo de los sectores políticos conservadores de Estados Unidos y los pocos pero ruidosos grupos negacionistas del cambio climático.

Ahora se abre una nueva etapa de negociaciones donde la sociedad civil, los políticos, los científicos y los empresarios deben llegar a un mejor acuerdo que garantice la supervivencia de la raza humana, ya que, como lo han recordado continuamente en estos días los ambientalistas “no hay un planeta B”, la Tierra es nuestro único hogar y no podemos destruirlo en nombre de ningún engañoso “estilo de vida”. Toda la información de la Cumbre del Clima en: http://en.cop15.dk/

Fuente: Ecoestrategia.

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