Mundo, 08 de octubre del 2009 - El medio ambiente no es una moda sino la realidad donde vivimos más de 6.600.000.000 de personas en todo el mundo; pero lo cierto es que parece que ha sido de un tiempo a esta parte cuando se ha descubierto la importancia del cambio climático, la sobreexplotación pesquera, el efecto invernadero, los residuos tóxicos, la contaminación, el crecimiento sostenible, el deshielo de los polos, la multitud de especies en peligro por la pérdida de sus hábitats, la conservación de los bosques, el uso de energías renovables... que "quien contamina, paga" y que se debe castigar al responsable de un delito medioambiental.
Sin embargo, esta conciencia social no se traduce en la práctica y seguimos contaminando -cada vez más- sin cambiar de actitud. De hecho, "los problemas medioambientales" sólo le preocupan a un paupérrimo 0,4% de los españoles y el término medio ambiente ni tan siquiera figura directamente en nuestro diccionario donde, al menos, sí que podemos encontrar varias acepciones de "ecología" como "la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su entorno" o bien "la defensa y protección de la naturaleza y del medio ambiente". En ambos casos, se trata de definiciones muy poco precisas si tenemos en cuenta la variedad de actividades -tanto humanas como naturales- a las que afecta la preservación, conservación y mejora del medio ambiente. Una imprecisión que incluso se ha visto reflejada en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional español.
Si a la dificultad de definir qué es el medio ambiente, le añadimos el calificativo de internacional y trascendemos más allá de nuestras fronteras, el resultado se podría extender ilimitadamente; sobre todo cuando, en último término, lo que nos planteamos es analizar si se regulan los delitos relacionados con este ámbito.
Epílogo
Para terminar este artículo sobre los delitos ecológicos internacionales -una materia de plena actualidad en todos los ámbitos de nuestra sociedad; basta con recordar que, en marzo de 2008, el periódico vaticano "L'Osservatore Romano" advertía a los fieles católicos de que "contaminar el medio ambiente" se considera pecado (igual que la manipulación genética o el consumo de drogas)- debemos mencionar la obra del profesor austriaco Franz J. Broswimmer cuando nos da una definición de lo que debemos entender por ecocidio: "conjunto de acciones realizadas con la intención de perturbar en todo o en parte un ecosistema humano. El ecocidio comprende el uso de armas de destrucción masiva, nucleares, bacteriológicas o químicas; el intento de provocar desastres naturales (...); el uso de bombas para alterar la calidad de los suelos o aumentar el riesgo d enfermedades; el arrasamiento de bosques o terrenos de cultivo con fines militares; el intento de modificar la meteorología o el clima con fines hostiles; y finalmente, la expulsión a gran escala, por la fuerza y de forma permanente, de seres humanos o animales de su lugar habitual de residencia para facilitarla consecución de objetivos militares o de otro tipo".
Este neologismo -que ha tenido una notable aceptación en toda Iberoamérica, tanto en los medios de comunicación como en la normativa que se legisla- lo encontramos tipificado, por ejemplo, en el Art. 457 del Código Penal de Chiapas (un Estado al sur de México, junto a la frontera con Guatemala): "Ecocidio es la conducta dolosa, consistente en causar un daño grave al ambiente, por la emisión de contaminantes, la realización de actividades riesgosas o la afectación de recursos naturales de la competencia del estado de Chiapas". Aunque, en sentido estricto, esta conducta delictiva que atenta contra el medio ambiente aún no tiene la consideración de crimen ecológico internacional; al menos, hemos visto cómo sí que se ha evolucionado en ciertos ámbitos locales y regionales, con el apoyo de una incipiente jurisprudencia y el trabajo de la doctrina y de numerosas organizaciones. Al fin y al cabo, no nos queda más remedio porque, como suele decirse, "La Tierra puede sobrevivir sin la presencia del hombre; sin embargo, el hombre no puede sobrevivir sin la Tierra".
Fuente: Bolpress.com
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