jueves, 10 de septiembre de 2009

Desechos médicos se comercializan en botaderos o se arrojan a las calles

Lima, 01 de febrero de 2009 - Recicladores venden el plástico de jeringas y frascos contaminados. Establecimientos de salud no reportan a Digesa destino final de sus residuos. “¿Frascos de suero? Ahora no tengo, pero a la vuelta puede haber… aunque depende ¿de suero rojizo o transparente?”, nos pregunta uno de los recicladores de la Av. Nicolás Ayllón ante nuestro presunto interés por comprar envases médicos para hacer un trabajo universitario. Ignora que los empaques de “suero rojizo” que recolecta son bolsas de sangre.

A pocos metros de allí, en las primeras cuadras de la Av. Aviación, hay puestos donde reciclan jeringas y envases médicos, pero no se comparan en cantidad a los paquetes con desechos hospitalarios que se almacenan en algunas viviendas del asentamiento humano Valle Sagrado, a la altura del kilómetro 34 de la Panamericana Norte, en Lomas de Carabayllo. En los patios de estas casas encontramos las temibles bolsas rojas: empaques donde los hospitales depositan jeringas, guantes, envases, restos de placenta y otros.

PROPAGAN ENFERMEDADES
Según la Resolución Ministerial 217-2004-Minsa, que regula el manejo de residuos hospitalarios, los establecimientos de salud deben verificar que estos desechos sean esterilizados, incinerados a altas temperaturas o enviados a rellenos sanitarios que posean celdas de aislamiento, ya que su exposición podría propagar los virus y gérmenes de los pacientes. Sin embargo, pocos estarían cumpliendo. “Los plásticos se venden para hacer bolsas, tuberías, pañales. Hay menos que antes, pero se pueden encontrar cerca de boticas y botaderos. Metemos la mano con cuidado para no pincharnos”, dice Emilio Luyo, reciclador de San Juan de Miraflores a quien logramos contactar. Empresas comercializadoras de reciclaje, como Belch Plast, confirmaron que reciben este material “aunque en poca cantidad”. “Todo pasa por un proceso de desinfección antes de convertirlos en materia prima”, aseguró una trabajadora que no quiso identificarse.

AVANCES INSUFICIENTES
Este Diario accedió a reportes de la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) en los que se observa que en el 2007 solo 16 de los 34 hospitales públicos cumplieron con informar cuál fue el destino de sus residuos tóxicos. Esta orden es extensiva a Essalud, las Fuerzas Armadas, los hospitales solidarios y clínicas, sin embargo, las dos primeras entidades no enviaron información y en el caso de las clínicas solo 20 lo hicieron.

Con estas estadísticas se sabe que los 48 establecimientos que cumplieron con derivar a un lugar seguro sus desechos generan 2.021 toneladas de residuos hospitalarios al año. Entonces, vale preguntarse a dónde va lo generado por los otros 630 locales que el Minsa tiene en Lima y los 685 que están bajo la tutela de Essalud, las Fuerzas Armadas y Policiales y las clínicas formales. Sin contar con centros dentales, de cirugía estética y boticas que han proliferado en los últimos años. Élmer Quischiz, de Digesa, admite que si bien el manejo de los desechos al interior de los establecimientos ha mejorado, una vez que las bolsas salen del local empiezan las irregularidades. “O bien entregan los paquetes a cualquiera o las empresas que contratan para tal fin los venden a recicladores”, dice. La diferencia de costo es evidente: un reciclador informal pide S/.50 por tonelada, en un relleno cobran S/.247 por la misma cantidad de material hospitalario.

Para Gladys Monge, ingeniera de la Universidad Agraria La Molina, la situación aún es preocupante en Lima y crítica en provincias. En efecto, en un recorrido por nosocomios El Comercio encontró bolsas rojas expuestas en la puerta del pabellón de Cirugía del Arzobispo Loayza. “Según la normativa actual, esas bolsas deben contener solo material biocontaminado. Si no es así, también están en falta pues la mala segregación hace que las toneladas de desechos tóxicos sean mayores a las reales y se gaste más en tratarlas”, explica Iván Lanegra, adjunto para el Medio Ambiente y los Servicios Públicos de la Defensoría del Pueblo.

Pero el real peligro para la salud pública está en la exposición de estos desechos en los 18 botaderos que hay en Lima. “Allí se alimentan a cerdos para consumo humano, los perros que acceden a estos lugares son potenciales portadores de males y la filtración de residuos húmedos puede contaminar el agua subterránea. Es un riesgo”, explica Monge. Un problema conexo a la mala destrucción de residuos es la falsificación de medicinas: en la Av. San Juan, Luyo encontró decenas de cajas del antidepresivo Noviser (Venlafaxina) ya vencidas. “Yo reciclo el cartón y el papel, pero otros lo venden a la cachina. Allí le imprimen nueva fecha de vencimiento y lo distribuyen en ciertas boticas”.

CAMBIOS POR EFECTUAR
Los locales médicos tienen dos opciones: adquirir incineradores o contratar alguna de las 126 Empresas Prestadoras de Servicios (EPS) autorizadas a transportar los empaques rojos. El Minsa optó por lo segundo, pues —según Quischiz— ningún nosocomio tiene incinerador. Aldo Pissani, de la Asociación de Clínicas Particulares, refiere que sus locales recurren a ambos mecanismos, pero reconoce que los centros dentales tratan sus residuos como basura común. “El tema de las clínicas de cirugía estética también nos preocupa y veremos cómo regularizarlas”.

Se desconoce cuántas toneladas de residuos tóxicos se producen al día, pero, según Lanegra, el 45% de la basura generada en cada nosocomio es biocontaminado. “La ley debería ser más específica para que nadie evada su responsabilidad en la cadena de manejo de desechos”, dice.
La modificación de la Ley de Residuos Sólidos hecha en julio pone en manos del Ministerio de Ambiente la facultad de fiscalizar y sancionar estas irregularidades. Está por verse las medidas que tomarán.

MÁS DATOS
Solo hay 3 centros para esos residuos: En Lima Metropolitana solo hay tres opciones para derivar los desechos hospitalarios. Dos de ellas son el hospital Sergio Bernales (con equipos de esterilización) y la empresa Descon de Villa El Salvador. Dicha fábrica tiene en curso una sanción administrativa de Digesa por no quemar los desechos a una temperatura adecuada. “Esta mala manipulación está contaminando el ambiente. Si se confirma el fallo va a tener que cerrar, lo que es lamentable pues sus principales clientes son clínicas privadas”, explica Élmer Quischiz, de Digesa. La tercera opción es el relleno sanitario de El Zapallal, que administra Relima. Sus clientes fijos solo son cinco EPS que en total dejan 16 toneladas al día. Pedro Escudeiro, gerente de Operaciones, confirmó que en los alrededores hay recicladores informales que acceden a material médico, pero nada pueden hacer. Luis Sanabria, vocero de la Municipalidad de Lima, informó que a la fecha no tienen programado invertir en más rellenos sanitarios.

LAS CIFRAS
6,4 Kilos de residuos hospitalarios es el promedio que genera al día una clínica de mediana envergadura. Un centro materno infantil produce 0,77 kilos, y un centro de salud 0,22 kilos.
2 Años de prisión recaería en quienes depositan o comercializan estos desechos sin cumplir las normas sanitarias.
Fuente: EL COMERCIO - PERU

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